LA VIDA ES ESCALAR. EL RESTO ES LO QUE NOS PASA ENTRE VÍA Y VÍA

sábado, 3 de mayo de 2014

SUPERMANOLITO

Primero de una serie de relatos cortos, en los que resumiremos los aspectos más destacados de la vida de algunos de los mejores escaladores del mundo de ahora, de antes, y de mucho, mucho antes.
La siguiente historia está basada en hechos reales. Hemos cambiado el nombre del alemán Jan Hojer por el de Manolito para que nadie sepa de quién estamos hablando. Salvo eso, todo lo demás ocurrió poco más o menos como lo contamos.

"De chiquitito era un niño tímido, solitario e introvertido. Pero sobre todo, era gordo. En el barrio le llamaban Bolagrasa. Ya en la guardería se comía los bocadillos de pan de a kilo con zurrapa de lomo y morcilla de Burgos. En el cole se comía los desayunos de sus compañeros, y si se resistían y no los soltaban, también se comía a los compañeros.
Así fueron pasando sus primeros años, comiendo y comiendo. Creciendo a lo ancho más que a lo alto.

En la foto, Manolito en posición de cuescarse, aprovecha para comerse las hojas secas del suelo

Aquel día, justo después de cumplir los 18, cuando sus padres le dijeron que ahora volvían, que iban a sacar al perro a pasear, que siguiera viendo Master Cheff, tendría que haberse dado cuenta: no tenían perro. Hacía dos semanas que se lo había comido. El coche lleno de maletas también tendría que haberle hecho sospechar.

Nunca más volvió a ver a sus padres, que temerosos de seguir la misma suerte que el perro, huyeron para empezar una nueva vida, baja en calorías. Le dejaron la nevera y la despensa llenas y una generosa cuenta corriente. En la memoria del teléfono, los números de pizzerías, pastelerías, distribuidoras al por mayor de tocino ibérico...

Una tarde, mientras buscaba en internet algo de porno, se cruzó por casualidad con un vídeo de John Dunne escalando. Ese hecho le cambió la vida (lo de John Dunne, no el porno). Le hizo creer que él también podría hacerlo. Le abrió los ojos, que hasta entonces eran como dos puñalás en un cartón, y le dio a su vida un sentido: algún día cabría en un arnés de escalada.


Aquí el hombre éste intentando tumbar una cacho piedra: "Esto lo vuelco yo por mis cojones, Patxi". "Aupa, John".

A partir de ese día, se propuso perder peso y aprender a escalar. Sacando una fuerza de voluntad que no sabía que tenía porque era su madre la que guardaba las cosas, fue reduciendo paulatinamente los kilos de Big Macs diarios y las cajas de pasteles de crema. Al mismo tiempo, comenzó a hacer algo de ejercicio. Incluso se quitó la sonda e iba al servicio a mear andando. Veía todas las semanas La Báscula y se apuntó a Gorditos Sin Fronteras, una asociación en la que conoció a otros dos pilares de su transformación: Gustavo y Jacinto (también hemos cambiado sus nombres para que nadie sepa a quién nos referimos).

Ambos se convirtieron en sus nuevos padres, sus mentores, sus guías espirituales y le enseñaron todo lo que no hay que hacer si quieres ser un Máquina.

Manolito, siguió viendo vídeos de escalada y porno, que una cosa no quita la otra, y poco a poco fue perdiendo peso, hasta que en pocos años pero con gran esfuerzo, consiguió hacer esto que no sirve para nada pero que es de Máquina:

Manolito entrenando meñiques para hurgarse a gusto en las orejas y demás orificios corporales

Después de semejante hazaña, sólo quedaba una cosa que pudiese hacer para ser el mejor escalador del mundo: convertirse en Super Guerrero como Goku....¡Y VOLAR!
Con su tremenda fuerza de voluntad y cientos de cajas de Aerored, un día lo consiguió. Desde entonces, Manolito es una mala bestia del bloque, y gana compes a cascoporro".


Jajajajaja, ¡¡¡malditos gusanos!!!. Os someteré con mis poderes mentales, y si eso falla, me lío a trompazos y me quedo solo. ¡Tú, babosa!, ¿qué estás mirando?, ¿a que dejo de levitar y te meto?



















Así que ya sabéis, si deseáis algo mucho, mucho, mucho y os esforzáis realmente para conseguirlo, es muy probable que lo logréis!!. Y si no, pensad que el camino es un aprendizaje que nos hace crecer como personas, como escaladores y como buscadores de setas.
No dejéis de soñar, de perseguir vuestros sueños y de luchar por ellos como hizo Manolito. Para lo otro que estáis deseando, el Jes Extender no va mal.

PD: los dos padrinos de Manolito siguen en Gorditos Sin Fronteras intentando superar su sobrepeso. En la actualidad reciben ayuda psicológica, entrenan a escondidas por vergüenza y compiten en categorías alevines para ver si quedando entre los 10 primeros recuperan su autoestima.

2 comentarios:

  1. Enri ! Pareces de Toledo en vé de Zevillano , killo ... ;)

    ResponderEliminar
  2. jajajajjajajajjajajjajaj todo es mentira todo es mentira!!!!

    ResponderEliminar