LA VIDA ES ESCALAR. EL RESTO ES LO QUE NOS PASA ENTRE VÍA Y VÍA

miércoles, 28 de mayo de 2014

EL CAMINO

"Ojos nuevos con mirada casi a estrenar, pensados para ver la vida de otra manera y no simplemente para verlas venir. Habría que resetear este mundo y empezar de cero. Por los que aún miran así".

Los que nos preceden nos muestran el camino. A veces conscientemente y a veces sin darse cuenta de ello. Nos influyen con sus actos, con sus ideas, con su falta de criterio a la hora de graduar vías, con sus metas o sus logros, con su afición por el toperope...

Wolfgang Güllich, Lynn Hill, Dani Andrada, Chris Sharma, Adam Ondra, Jacinto Durán, Sexi Shannon (antes Gustavo), el Profesor Nightmare, el Enano Gordo y Gruñón. Escaladores que me han marcado por alguna razón. O por varias... y no todas buenas.

Una imagen, una vía, una manera de entrenar, de ver y entender la vida, de afrontar los retos; una forma de comer huevos fritos que no es de este mundo, o de cantar un tema de Pitingo en el coche de vuelta a casa y que suene igual que 100 ratas rabiosas regadas con aceite hirviendo. O un egoísmo patológico y una cara más dura que el Sika cuando se te seca en la lata porque la has dejado mal cerrada. Lo que resulta una putada, por cierto.

Así es la vida. Construimos nuestra personalidad asimilando parte de la de otros y añadiendo elementos de nuestra propia cosecha. Mezclándolo con experiencias de todo tipo, algo de tiempo y mucho alcohol de chavalito, se obtiene, sin ir más lejos, el resultado tan triste que en estos momentos escribe este sinsentido.

Por eso, me preocupa mucho ser yo el modelo. Ser yo el referente de alguien con su disco duro nuevecito, que absorbe como una esponja el más mínimo detalle de mi comportamiento... me da un poco de miedo. Demasiada responsabilidad para un irresponsable empedernido. Me hace pensar muy a menudo en qué le puedo enseñar, cómo le puedo preparar para lo que se le viene encima... y de momento, no se me ocurre nada. 

Como gustarme, me gustaría que llegue a ser una buena persona. Y educada. Incluso cuando esté borracho (que lo estará). Que lo cortés no quita lo valiente, y con la papa también se pueden dar las buenas noches cuando, cosas de la vida, estés meando en un portal y entre un vecino. Uno puede ser un bandarra, pero educao.

Y ya puestos a elegir, elijo que le guste escalar. Y que le guste mucho, mucho, como a mí. De nivel Friki Interestelar. De los que escuchan en el telediario: "Escalada de violencia en la frontera de Chiquitistán" y ya le sudan las manos.

De los que devoran toneladas de vídeos de escalada (incluso de bloque); de los que leen libros de montaña o de entrenamiento (incluso sin dibujos); de los que intentan entrenar planificado y no lo consiguen nunca; de los que tienen proyectos que le absorben de manera casi enfermiza; de los que no hacen clecas y si las hacen las borran; de los que si tienen que cagar en el campo, no lo hacen a pie de vía, entierran su caca y además se llevan el papel; de los que si fuman, no tiran las colillas al suelo o mucho peor, las meten en los agujeritos de la pared; de los que si tienen perro, lo tienen bien educado. Y si no lo tienen educado y el perro no deja de molestar, de mearse en las mochilas de la gente o de comerse la comida de los demás, piden perdón y lo atan; de los que intentan no gritar en el campo para no molestar a nada ni a nadie; de los que respetan las prohibiciones o regulaciones que afecten a una escuela; de los que se vuelven a casa con más basura de la que llevó; de los que son honestos consigo mismos y saben diferenciar un "a vista", de un "al flash"; de los que piensan que sólo Papá puede agarrarse a las cintas o a la cadena y apuntarse la vía de todos modos porque Papá es el mejor. Y que si lo hacen los demás es que son unos moñas...

Pero sobre todo, me gustaría que fuera de los que se divierten escalando. De los que piensan (de verdad) que el grado no deja de ser un aliciente más, pero no el objetivo final. De los que intentan superarse a sí mismos, luchando contra sus debilidades para convertirlas en puntos fuertes. De los que siempre sacan algo positivo de un día de escalada, aunque se hayan arrastrado como culebras. De los que disfrutan cada momento que pasan en el campo, compartiendo pegues, risas y experiencias con los amigos. En definitiva, de los que aman este deporte. Eso sí que me gustaría.

Al final, parece que le puedo enseñar más cosas de las que pensaba...

Esto me pasa por ver Ghost y ponerme a escribir. Es que a mí el PatricK Swayze me pone de un sensiblón...

sábado, 3 de mayo de 2014

SUPERMANOLITO

Primero de una serie de relatos cortos, en los que resumiremos los aspectos más destacados de la vida de algunos de los mejores escaladores del mundo de ahora, de antes, y de mucho, mucho antes.
La siguiente historia está basada en hechos reales. Hemos cambiado el nombre del alemán Jan Hojer por el de Manolito para que nadie sepa de quién estamos hablando. Salvo eso, todo lo demás ocurrió poco más o menos como lo contamos.

"De chiquitito era un niño tímido, solitario e introvertido. Pero sobre todo, era gordo. En el barrio le llamaban Bolagrasa. Ya en la guardería se comía los bocadillos de pan de a kilo con zurrapa de lomo y morcilla de Burgos. En el cole se comía los desayunos de sus compañeros, y si se resistían y no los soltaban, también se comía a los compañeros.
Así fueron pasando sus primeros años, comiendo y comiendo. Creciendo a lo ancho más que a lo alto.

En la foto, Manolito en posición de cuescarse, aprovecha para comerse las hojas secas del suelo

Aquel día, justo después de cumplir los 18, cuando sus padres le dijeron que ahora volvían, que iban a sacar al perro a pasear, que siguiera viendo Master Cheff, tendría que haberse dado cuenta: no tenían perro. Hacía dos semanas que se lo había comido. El coche lleno de maletas también tendría que haberle hecho sospechar.

Nunca más volvió a ver a sus padres, que temerosos de seguir la misma suerte que el perro, huyeron para empezar una nueva vida, baja en calorías. Le dejaron la nevera y la despensa llenas y una generosa cuenta corriente. En la memoria del teléfono, los números de pizzerías, pastelerías, distribuidoras al por mayor de tocino ibérico...

Una tarde, mientras buscaba en internet algo de porno, se cruzó por casualidad con un vídeo de John Dunne escalando. Ese hecho le cambió la vida (lo de John Dunne, no el porno). Le hizo creer que él también podría hacerlo. Le abrió los ojos, que hasta entonces eran como dos puñalás en un cartón, y le dio a su vida un sentido: algún día cabría en un arnés de escalada.


Aquí el hombre éste intentando tumbar una cacho piedra: "Esto lo vuelco yo por mis cojones, Patxi". "Aupa, John".

A partir de ese día, se propuso perder peso y aprender a escalar. Sacando una fuerza de voluntad que no sabía que tenía porque era su madre la que guardaba las cosas, fue reduciendo paulatinamente los kilos de Big Macs diarios y las cajas de pasteles de crema. Al mismo tiempo, comenzó a hacer algo de ejercicio. Incluso se quitó la sonda e iba al servicio a mear andando. Veía todas las semanas La Báscula y se apuntó a Gorditos Sin Fronteras, una asociación en la que conoció a otros dos pilares de su transformación: Gustavo y Jacinto (también hemos cambiado sus nombres para que nadie sepa a quién nos referimos).

Ambos se convirtieron en sus nuevos padres, sus mentores, sus guías espirituales y le enseñaron todo lo que no hay que hacer si quieres ser un Máquina.

Manolito, siguió viendo vídeos de escalada y porno, que una cosa no quita la otra, y poco a poco fue perdiendo peso, hasta que en pocos años pero con gran esfuerzo, consiguió hacer esto que no sirve para nada pero que es de Máquina:

Manolito entrenando meñiques para hurgarse a gusto en las orejas y demás orificios corporales

Después de semejante hazaña, sólo quedaba una cosa que pudiese hacer para ser el mejor escalador del mundo: convertirse en Super Guerrero como Goku....¡Y VOLAR!
Con su tremenda fuerza de voluntad y cientos de cajas de Aerored, un día lo consiguió. Desde entonces, Manolito es una mala bestia del bloque, y gana compes a cascoporro".


Jajajajaja, ¡¡¡malditos gusanos!!!. Os someteré con mis poderes mentales, y si eso falla, me lío a trompazos y me quedo solo. ¡Tú, babosa!, ¿qué estás mirando?, ¿a que dejo de levitar y te meto?



















Así que ya sabéis, si deseáis algo mucho, mucho, mucho y os esforzáis realmente para conseguirlo, es muy probable que lo logréis!!. Y si no, pensad que el camino es un aprendizaje que nos hace crecer como personas, como escaladores y como buscadores de setas.
No dejéis de soñar, de perseguir vuestros sueños y de luchar por ellos como hizo Manolito. Para lo otro que estáis deseando, el Jes Extender no va mal.

PD: los dos padrinos de Manolito siguen en Gorditos Sin Fronteras intentando superar su sobrepeso. En la actualidad reciben ayuda psicológica, entrenan a escondidas por vergüenza y compiten en categorías alevines para ver si quedando entre los 10 primeros recuperan su autoestima.